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2010/04/10

LPG-Debe controlarse a las pandillas

 Aunque la complejidad de la problemática de inseguridad ciudadana que afecta a la población salvadoreña trasciende las actividades delincuenciales de las pandillas, de lejos es su manifestación más visible, siendo dichas organizaciones las causantes de un importante número de delitos que atentan contra la vida y la propiedad de la ciudadanía.

Escrito por Francisco Sorto Rivas.10 de Abril. Tomado de La Prensa Grafica.

Estas agrupaciones vienen consolidándose hasta llegar a disputarle el control jurisdiccional al Estado en determinadas áreas geográficas, donde imponen a los habitantes hasta tributos, como si fueran una autoridad facultada para afectar la situación jurídica de las personas que viven en zonas controladas por pandilleros, haciendo gala de la aplicación de principios como el de eficiencia y economía, en materia de recolección de “renta”, como los estudiados en Finanzas Públicas.

Es más, este fenómeno se ha convertido para muchos, peligrosamente, en una situación normal, lo cual invitaría a pensar que no se puede hacer nada para erradicarla, o controlarla al menos. Este reconocimiento de la autoridad territorial que ejercen dichas agrupaciones delictivas puede observarse, incluso, en la conducta de empresas distribuidoras que pagan renta para ingresar a ciertas localidades.

El grado de organización de este tipo de grupos ha llegado al extremo de manifestarse públicamente, en desacuerdo con las medidas preventivas impuestas en los penales para evitar que familiares de los reos ingresen cosas prohibidas cuando los visitan en dichos recintos. Claro está que en una sociedad democrática como la que aspiramos a tener, los derechos de asociación y expresión constituyen garantías individuales fundamentales; sin embargo, este tipo de agrupaciones se han constituido únicamente para delinquir; en tal sentido, aceptar tales manifestaciones como expresiones válidas de la ciudadanía sería como legitimar el derecho a existir de las pandillas, a pesar del terror impuesto por estas a la población salvadoreña e ignorar que sus acciones riñen con las libertades individuales de la mayoría.

Sociológicamente podemos señalar como hito histórico de consolidación de los grupos humanos la adopción de mecanismos de protección colectiva y el tratamiento dado a sus muertos; en torno a estos dos aspectos se desarrolla todo un simbolismo y rituales donde se honra, como héroes, a los que se sacrifican por el grupo, por ejemplo; sin pretender hacer una apología de esto cabe destacar, como hechos observables, este tipo de conductas en dichas organizaciones, que mediante una serie de supercherías pretenden identificarse como grupo al realizar actos barbáricos, a manera de rituales, por la prerrogativa de pertenecer a ellas.

Ante esta realidad y a pesar de reconocer que las pandillas no constituyen la única causa de la inseguridad ciudadana, no podemos ignorar que representan su principal manifestación y que, de no controlarse, difícilmente se podrán identificar, eventualmente, otras causas más significativas del fenómeno.

En consecuencia con lo anterior, el control de las pandillas merece una atención particular en el plan de seguridad del Gobierno, así como lo han señalado algunos institutos políticos y tanques de pensamiento, algunos de ellos exagerando incluso al calificar de Estado fallido la situación actual, aunque nuestras circunstancias están bastante lejos de una condición ontológica como esa; sin embargo, no debería permitirse que el control del territorio siga fragmentándose y que se instalen en él grupos que usurpen funciones propias del Estado.

Debe controlarse a las pandillas

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