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2010/04/16

LPG-Formación y desarrollo docente

El registro e informe del abominable crimen cometido por un estudiante “menor de edad” captado por el fotoperiodista Nilton García de este diario provocó el debate del papel de la escuela, la familia y los docentes y el discutido enjuiciamiento de LA PRENSA GRÁFICA. En cuanto a la educación, como educador me interesa no señalar culpables sino examinar responsabilidades.

Escrito por José Ernesto Urbina Barrientos.16 de Abril. Tomado de La Prensa Grafica.

 

Comencemos por aceptar que la educación como fenómeno social está afectada por los problemas de la misma sociedad; sin embargo la escuela con sus educadores debemos ejercer nuestra responsabilidad social con toda la calificación profesional y ética y el Estado, con el Ministerio de Educación, organizar, administrar y supervisar esa formación con los parámetros legalmente establecidos.

Es una verdad demostrada que la calidad de la educación está basada en la de sus docentes y en su desempeño acorde con las necesidades sociales. Hay tres cuestiones claves para una explicación de lo que vemos y sentimos a este respecto: ¿Tenemos en El Salvador un sistema de formación y desarrollo docente acorde con los tiempos? ¿Hay en nuestro país profesionalización de formadores de docentes?

Examinando la historia se puede afirmar que la seriedad de la formación magisterial, en Escuelas Normales, con sus altibajos, duró hasta el cierre de estas en 1965 y posteriormente, el de Ciudad Normal “Alberto Masferrer” en 1980. Después siguió una caótica sucesión de acciones como el desmantelamiento del Ministerio de Educación y depositar improvisadamente la formación docente de la educación superior en los institutos tecnológicos y universidades como una carrera más, sin tomar en cuenta la especial función social de un docente. Resultado: más tecnológicos y universidades en varios departamentos que abrieron los profesorados y la licenciatura en ciencias de la educación, bajo formas y condiciones atípicas.

Paralelamente, la guerra civil provocaba el cierre de cientos de escuelas, miles de víctimas, maestros sin trabajar, niños y familias desplazadas y desintegradas. ¿De qué indicadores de calidad de la educación podemos hablar en ese período?

Hasta 1997, la Reforma Educativa en Marcha trata de reorganizar la formación docente y diseña nuevo currículo, vigente hasta hoy con varios intentos de cambio. El aporte más significativo fue hasta el año 2000: un decreto ejecutivo regulando el nuevo ingreso de los alumnos bajo criterios de selección y aprobación obligatoria de un examen para obtener el título (Evaluación de las Competencias Académicas y Pedagógicas, ECAP), cuyo rendimiento hasta hoy no ha logrado rebasar 6.0 de promedio general, intenciones claramente correctivas contra la superproducción de docentes y la presión del desempleo que todavía acumula cantidades importantes.

Se estima que a partir del año 2002 las generaciones de maestros demuestran al menos mejor calificación teórica.

El plan de educación 2021 propuso algunas acciones en esta materia sin mayor impacto pues la realidad demuestra que el país ha privilegiado la acción punitiva y de seguridad pública y nacional con su Academia y su Escuela Especializada y no la formación de mejores docentes para la prevención y el desarrollo que produce la educación.

Un nuevo plan educativo para el cambio cualitativo tendrá que comprender una cuidadosa, organizada y calificada formación y desarrollo docente en nuevas instituciones pedagógicas del más alto nivel. Que Dios nos escuche...

Formación y desarrollo docente

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