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2010/04/12

EDH-Cultura de la muerte. Algunos aspectos y frutos

 Escrito por Luis Fernández Cuervo.12 de Abril. Tomado de El Diario de Hoy.

Dos modos opuestos de plantear la vida y el progreso de la humanidad se enfrentan hoy en nuestra civilización. El cristianismo creó la cultura de la vida pero hoy está atacado por la cultura de la muerte. Aparentemente esta última es más poderosa y mayoritaria. Veamos qué es lo que mata y cuáles son algunos de sus frutos.

De forma indirecta o dura y agresiva, esta cultura declaró la muerte de Dios. Si Dios ha muerto, entonces había que declarar muertos también sus Diez Mandamientos. Dejó el debate filosófico sobre ello para unas pocas minorías y esta enemiga de la vida fue directamente, con todos los medios publicitarios e impositivos, a inculcar que la fornicación ya no es pecado sino un derecho, una autorrealización, una liberación, un camino a la felicidad. Pero allí donde esto se fue viviendo, murió con ella, el amor, el verdadero amor, todo amor.

Murieron en la juventud las virtudes, el idealismo y la alegría espiritual que daba la castidad y se extendieron, con la fornicación, frutos de muerte: los abortivos disfrazados de anticonceptivos, las infecciones de transmisión sexual, el Sida, las drogas, los embarazos no deseados. Falló el falso "sexo responsable" y los abortos, legalizados, llegan hoy a cifras millonarias, verdadero genocidio mundial.

Murió el amor y por ello los matrimonios se fueron haciendo infrecuentes e inestables, crecieron los divorcios, se mató así la familia y el hogar perdurable y su frutos inmediatos fueron la caída de la natalidad, la violencia intrafamiliar y la aparición de las maras.

Con el aumento de todo tipo de violencia, la legislación propia de la cultura de la muerte, en vez de ser una barrera contra ella, la facilita debilitando la acción policial, protegiendo los derechos humanos de los delincuentes, y, en consecuencia, aumentando la indefensión, el maltrato y la muerte de los buenos ciudadanos.

La televisión, un progreso técnico que nació para educar en humanidad, para elevar el nivel cultural y espiritual de la gente, se saturó de violencia bélica y delicuencial, de sentimentalismo, erotismo y pornografía. No fue un hecho casual, sino algo fomentado y dirigido para que grandes masas humanas se animalizaran, se idiotizaran y fueran así mejor manipuladas por los gestores de la cultura de la muerte.

El mal llamado sexo libre es como las drogas: pronto pierde alicientes, produce aburrimiento pero permanece su fuerte adicción, su esclavitud y enseguida pide placeres más fuertes y prohibidos. Así crecieron las violaciones, los videos eróticos con sadismo y masoquismo incluidos -–a veces hasta el crimen-- y otra serie de podredumbres sexuales que no deben nombrarse.

La homosexualidad, antes minoritaria y con gran rechazo social, pasó a extenderse, tanto en varones como en mujeres, y a ser aplaudida y exaltada. Después, protegida con sus "matrimonios" y su derecho a adoptar niños, atropellando los derechos de estos últimos. Los que siguieron viéndola como una alteración psiquiátrica de la personalidad, fueron declarados homófobos, retrógrados y enemigos sociales y se los azotó con el látigo de los medios informativos.

Ahora, en algunos países "desarrollados", se impone su aprendizaje en los planes escolares infantiles, enseñanza protegida por una legislación que castiga duramente a quien se oponga a ella, aunque sean los padres de esos escolares. Se mata así la sagrada potestad de los padres en la educación de sus hijos menores de edad.

La homosexualidad, ya sin el aliciente de lo prohibido, también pide dar un paso más en su "progreso". Surge así y se va extendiendo mundialmente la corrupción sexual de menores de edad. Este abuso en algunos casos es heterosexual, pero en la mayoría no es sino un nuevo aliciente de la homosexualidad. Todavía se persigue con la ley y las redadas policiales. Pero los pedófilos están siguiendo la misma táctica que siguieron los antiguos homosexuales. Se agrupan, se organizan, crean sus medios económicos, políticos y publicitarios e intentan, con perseverancia, cambiar las leyes y que se declaren permitidas las relaciones sexuales entre adultos y menores de edad, "siempre que esos menores den su libre consentimiento". Cuando esto alcance su aprobación legal y social ¿cuál será el siguiente paso en este asesinato de la dignidad humana?

¿Quiénes promueven de una u otra forma, directa o indirectamente, todos o sólo algunos de los elementos de la cultura de la muerte? Son muchos, poderosos y millonarios. Y también usted, lectora o lector, si sigue aceptando que eso es cultura, que eso es progreso. Pero en palabras de Jesucristo, "los árboles se conocen por sus frutos" y aunque esos promotores se nieguen cínicamente a reconocerlo, todo lo que padecemos de violencia, hasta el crimen, de degeneración y bestialidad sexual, de embrutecimiento mental y de vidas frustradas, hasta la evasión en las drogas o el suicidio, viene de ellos y de su cultura de tinieblas.

elsalvador.com :.: Cultura de la muerte. Algunos aspectos y frutos

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