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2010/04/15

Contra Punto-El desmesurado uso del poder mediático

Escrito por Armando Salazar.15 de Abril. Tomado de Contra Punto.

La Prensa Gráfica violó la ley y no hay una insoportable autocrítica. La Prensa Gráfica debe respetar la ley

SAN SALVADOR

- El poder mediático salvadoreño (gran prensa escrita, televisión y radio, ASDER, etc.), secundado por las gremiales empresariales, se lanzó en una campaña sin misericordia contra una jueza que dictaminó que La Prensa Gráfica violó la ley al difundir cerca de 100,000 ejemplares con la fotos de un menor de edad asesinando a otro por una camiseta. Hechos fotografiados circunstancialmente.

La jueza, una vez dictaminado el caso, en compensación por esa violación, ordenó una ridícula sanción monetaria para ese medio escrito. Sin embargo, lo que posiblemente no midió la jueza, es que dicha resolución pellizcaba la arrogancia de la familia Dutriz.

En esta campaña mediática, los “intachables” inclusive han metido en la orquesta hasta la Sociedad Interamericana de Prensa SIP y, como es “normal”, han colocado en cartelera que dicha resolución judicial atenta contra la libertad de expresión. ¡Un pelo no puede perder el lobo, porque enseña los colmillos!

La Prensa Gráfica violó la ley y no hay una insoportable autocrítica. La Prensa Gráfica debe respetar la ley. Los editores sabían que ese asesino era menor de edad, porque antes de ser publicadas las fotos, tuvieron esa información directamente de la policía. A este periódico, le ha preocupado más una imagen “virginal” de sí mismos (que solo ellos se la creen u obligan a creer), que los jóvenes se sigan matando con navajas y pistolas en éste país. Y por este caso, ya estarán cabildeando a la Corte Suprema de Justicia.

Otra cosa muy distinta, es que las leyes por sí solas no son capaces de detener y anular la tramada y rampante delincuencia. El factor central de ello es que la delincuencia en este país es un negocio redondo en el libre mercado: delinquen (y se sienten ofendidos) medios de comunicación; las empresas privadas de seguridad hacen negocio con la “seguridad” empresarial y estatal; funcionarios norteamericanos han informado públicamente que los carteles de droga (producción, almacenamiento, circulación y distribución) ocupan la violencia de las maras (que son integradas por centenares o miles de jóvenes en su mayoría), no solo para posesionarse de territorios y menudear droga, sino también para distraer la labor de la policía y la seguridad pública, entre otras cosas.

Si el sistema de justicia, solo en este puntual e ínfimo caso, no da señal de querer hacer su trabajo, entonces, ratificamos saber donde y con quién estamos: un sistema que reproduce la injusticia, la impunidad, la corrupción.

Para un periódico de circulación nacional unos cuantos y pírricos salarios mínimos de multa no le hacen ni cosquilla, cuando por ventas y anuncios publicitarios ingresan decenas de millones de dólares al año. Para el periódico, los jóvenes son solo objetos aptos para el consumo publicitado o cuando protagonizan noticias amarillistas de sangre.

El medio de comunicación escrito ha develado, otra vez, tras levantar las empolvadas y pesadas cortinas que encubren sus intereses violatorios y corruptores de la institucionalidad y de las leyes, una práctica cultural tradicional: un poder fáctico puede amedrentar y chantajear a la justicia elemental. Por eso, estamos como estamos.

Esta desmesurada reacción referida, evidencia un peligro más grave aún: que el poder judicial y las leyes doblen sus rodillas ante un clan del poder mediático, en manos exclusivas de la familia Dutriz. No sería adecuado, además, dejar de indicar que dicho periódico mantuvo y tiene estrechos vínculos con las matrices originarias del partido Arena, dentro y fuera del poder ejecutivo, de los cuales reviven viejas formas de hacer las cosas.

El desmesurado uso del poder mediático

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