Escrito por edgar alfaro chaverri.20 de Abril. Tomado de Diario Co Latino-
El 1º de marzo de 1939 fue inaugurado el Parque Cuzcatlán de San Salvador; desde entonces, se ha convertido en uno de los más importantes destinos finisemanales para muchas familias capitalinas.
Cabe destacar, que, dicho sitio de solaz y esparcimiento, ha sido testigo, en sus ya largos 71 años de existencia, de muchos romances, que incluso, han pasado a la historia convertidos en canciones y poemas, de tal suerte que se tomó el nombre de la otrora presidenta de Filipinas, Corazón Aquino, para llamarle con cierto grado de malicia, parque “corazón aquí-no”, por aquello del recato con que algunas damas tratan, en vano, de contener la embramada embestida de sus amantes galanes.
Aún, y muy a pesar de la crisis económica endémica, es frecuente ver parejas de enamorados, enfrascadas seriamente en el apasionado jugueteo de la pasión.
Claro, con la celosa vigilancia de los gendarmes, que, en ocasiones, se han visto en la penosa tarea de llamar la atención a algunos acalorados que rayan en la obscenidad. Pero, algo que me llama poderosamente la atención, y probablemente esto sea realmente lo obsceno, es el hecho de que en estos añejos 71 años, la cantidad de juegos mecánicos se mantiene intacta, si digo 12 columpios es quizá demasiado; lo mismo sucede con los servicios sanitarios, en los que a lo sumo, hay tan solo ocho inodoros para ambos sexos; a esto se suma el cosmético agravante de la ordenanza municipal, que prohibe a los hombres, específicamente, miccionar en la vía pública, pues con la prohibición no se adjuntó el necesario incremento de mingitorios públicos gratuitos para el populorum, ni en los parques ni en las calles del gran San Salvador; o sea que las famosas remodelaciones y reinauguraciones se refieren nada más al alumbrado y a las bancas, lámparas muy ornamentales que desgraciadamente hay que apreciar desde lejos, pues no se puede, por obvias razones de inseguridad, ingresar al famoso parque en horas nocturnas, aun cuando los impuestos no paran de salir de nuestros bolsillos para pagar el alumbrado público.
Por otra parte, da pena ciertamente que el monumento a Neruda esté signado por un nefasto graffitti sin que nadie, mucho menos las autoridades edilicias se den por aludidas; y a pocos metros, el monumento a la memoria histórica sobrevive quizá por el ineludible respeto que inspira a tirios y troyanos, semejante obituario dedicado a las y los caídos y desaparecidos durante el largo y aún fresquecito enfrentamiento armado en nuestro país.
El museo Tin Marín y la sala nacional de exposiciones Salarrué se salvan de momento de las funestas remodelaciones y reinauguraciones; los desafiantes toboganes y los paseos a caballo son parte de la historia; en cambio, las zonas verdes brindan su espacio a los amantes del balón y del escultismo; a los árboles quién sabe hasta cuándo les van a perdonar la vida, pues hay unos desalmados que dejan a los pobres palos rapados a la cero, bien pelones…
Bueno, volviendo al meollo del asunto, Urbanismo y Arquitectura sugiere que por cada 5 personas debe haber un inodoro, esto es en las casas de habitación, pero si la idea es, sacar más impuestos con la multa a los meones in fraganti en la vía pública, o en los parques, como el Cuzcatlán, sale mejor jugar escondelero con los municipales que mearse en los pantalones haciendo cola para entrar a los abarrotados servicios sanitarios, y evitar así, engrosar las arcas edilicias por una pírrica atención al público.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios que incluyan ofensas o amenazas no se publicaran.