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2010/04/16

Co Latino-La herencia de nuestros antepasados es el patrimonio cultural de nuestro país (Parte 2) | 16 de Abril de 2010 | DiarioCoLatino.com - Más de un Siglo de Credibilidad

Escrito por Ramón D. Rivas.16 de Abril. Tomado de Diario Co Latino.

En el artículo de la semana pasada afirmé que nadie va a proteger nada, ni mucho menos apropiarse de algo, si no se le ha enseñado previamente lo que es. Eso implica que, en nuestro caso concreto, la educación y los medios de comunicación tienen una obligación fundamental en la promoción y difusión del patrimonio cultural de los salvadoreños.
Es necesario que la población y las autoridades tomen en cuenta que el patrimonio cultural se encuentra diseminado en todo el territorio nacional y que es material e inmaterial y que pertenece al pasado, al presente y al futuro, y que va más allá de las visiones limitadas que se han venido ofreciendo. Ahora hay que preguntarnos: ¿Cuáles son los tipos de Patrimonio Cultural existentes en una nación? He aprendido en la antropología que la herencia patrimonial cultural de una nación se divide  en lo que se llama el patrimonio cultural arqueológico, el patrimonio cultural histórico y el patrimonio cultural artístico. Es de importancia saber que ninguno de los tres es independiente del otro, ya que  muchas veces se mezclan formando variantes, pero que se diferencian por la aproximación a los componentes de cada uno de ellos.
Así, por ejemplo, el  patrimonio cultural arqueológico es la parte más antigua y, por lo general, la más importante para países como los nuestros, —así como suena de paradójico “los del nuevo mundo”— pues en ellos se identifican los orígenes históricos de la época prehispánica.
Y es que la arqueología estudia, mediante los restos materiales y usando métodos y bases teóricas adecuadas, a las sociedades, a través de los procesos culturales, es decir, de tal forma que se pueda comprender cómo fue una sociedad expresada por determinada cultura y su dialéctica (interna, dentro de la sociedad, y externa, con otras y el medio en que se desarrolló) en lo referente a sus relaciones.
Estos restos materiales son importantes y significativos elementos de juicio de todas las actividades conscientes que desarrolló su culturas, pues  lo que en los sitios arqueológicos se encuentra, por muy viejo y muchas veces insignificante que parezca un objeto, este, junto a otras cosas y datos, es el tipo de rompecabezas que nos van a llevar a descubrir quiénes vivieron en ese lugar, qué hicieron y cómo vivían. Siempre los antropólogos y los arqueólogos nos preguntamos cuando vemos un sitio arqueológico: ¿Quién habitó aquí?, ¿cuándo?, ¿cómo voy a iniciar el trabajo de investigación y de qué manera más factible? A esto le llamamos  asociación e interpretación del contexto (las evidencias) y los datos.
Y es que cada “cosa” que se encuentra en el lugar, muchas veces a flor de tierra, y lo que vamos a encontrar —ya cuando investigamos excavando— nos surge el interrogan-te: ¿Qué es todo esto y para qué sirve? Y es que todas estas preguntas más el cruce de los datos encontrados, así como la dispersión espacial y temporal, nos dará una información más real y concreta que la que pueda darnos un objeto aislado. Por ejemplo, si llega a mi oficina una pieza arqueológica y quien me la lleva no me puede explicar de dónde viene, entonces yo  no puedo saber qué otros objetos estuvieron cerca, cómo se halló, dónde y cuándo.
En este sentido, esta pieza únicamente puede ser vista como un objeto que no puede informarnos de nada más que unos pocos datos técnicos de manufactura y para suponer su lugar de origen, siendo así que solo podríamos aproximarnos, muy someramente, al conocimiento del tipo de cultura y a la clase de sociedad a que perteneció. 
Pero si una pieza arqueológica, fue recuperada junto con sus asociaciones por medio de una excavación arqueológica (digamos en un templo en el sitio arqueológico de Cihuatán o en cualquier otro de los cientos de sitios en que es rico nuestro país) donde se registren todos los datos de este proceso científico no solo podremos saber los datos tecnológicos, sino que podremos acercarnos a la cultura a la que perteneció, cómo y para qué sirvió esta pieza, y globalmente podremos saber las fuentes de los recursos empleados en la elaboración de estos objetos, su nivel.
Por eso es necesario conservar, proteger e investigar el patrimonio cultural arqueoló-gico. Es más, hay que luchar con todos los medios que ofrecen nuestras leyes para evitar el saqueo y el tráfico ilícito de estas importantes evidencias que han sido descontextualizadas.
Y es que  estos testimonios materiales de nuestros antepasados son el arte gráfico rupestre es decir; esas pinturas y formas grabadas en rocas y paredones, cuevas, etc., esos cúmulos de piedras llamadas montículos, que muchas veces  son los antiguos templos desde los cuales se mantenía regulado el tiempo de la siembra, de la cosecha y el descanso de la tierra; son, muchas veces, los fundamentos que aún persisten en el tiempo y que sirvieron como bases para las viviendas que usaron para dormir y cocinar todos los días; son los talleres donde elaboraron productos acabados (como los textiles y las cerámicas) o para obtener otros productos (como las hachas para cortar madera para el fuego de la cocina o perforadoras para abalorios de conchas que se usaban en ciertos ritos).
O los conocidos como “basurales”, de los cuales se pueden recuperar datos (por ejemplo los tiestos de ollas y platos), tipo de combustible (leña, por ejemplo), consumo de vegetales y de animales; de los excremen-tos, que también se pueden encontrar en los basurales, se logra averiguar la dieta que consumían y las enfermedades endémicas que pudieron haber tenido; de los cementerios se puede saber cómo se enterraban, que tipo de preparación se le daba al muerto, las ofrendas que se le colocaban, las enfermedades que se pueden manifestar en los huesos o en los tejidos blandos, o problemas derivados de las ocupaciones (por ejemplo, el desgaste de las muelas y los dientes al usarlos para hacer fibras y cuerdas de origen vegetal u osteomas en el conducto auditivo en los que fueron buceadores), o deformaciones artificiales para diferenciarse de otros grupos; por ejemplo, deformaciones de cráneos y limadura de dientes). Por todo esto es importante no mover las evidencias de su contexto. (Continuará…)

La herencia de nuestros antepasados es el patrimonio cultural de nuestro país (Parte 2) | 16 de Abril de 2010 | DiarioCoLatino.com - Más de un Siglo de Credibilidad

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