2009/07/13

Un país al revés

Escrito por Rafael Rodríguez Loucel. Martes 14 de julio de 2009. Publicado por La Prensa Grafica.

Con el título de contradicciones populares, se ha escrito más de un artículo para fundamentar que muchas cosas están al revés en este pequeño y folclórico país. Se ha considerado pertinente otro ensayo actualizado de este tema.

Existe un queso duro blandito, un cerrón grande, se venden entradas ya sacadas con la especulación e inflación incluida, existe la sexta-décima que resulta ser la misma calle, se fabrican pupusas de Olocuilta en cualquier parte, los autobuses de transporte colectivo rebasan en semáforo en rojo, en sentido contrario y se detienen donde dice no estacionar; el “ahorita” significa una eterna espera sobre todo en las oficinas públicas; en la Fiscalía se cierran casos antes de investigar, y todavía les envían cadáveres a domicilio; existen payasos que dan vía y policías que provocaban risa.

Aquí hay cargos públicos estratégicos propiedad de partidos y no de profesionales idóneos, diputados que se acostumbran al silbido, no extrañan el aplauso y todavía les pagan.

Propuestas de estrategias económicas abundan, planes de gobierno en el sentido estricto del término no existen, las ofertas políticas terminan en el olvido y el subdesarrollo continúa.

Un país con calles convertidas en tierra de nadie o con autoridades que no son la policía pública.

Se volverán a tomar medidas preventivas después de que pasen los fenómenos naturales y se susciten las tragedias; un país pobre que gasta más de lo que gana; mientras el ingreso interno aumentó, la productividad se redujo; pero las remesas crearon hábitos de adquirir productos sofisticados, y en el presente son artículos que todos los ciudadanos pueden ver pero muy pocos adquirir, pero siguen conformando una demanda potencial irracional de un país pobre; productos que la publicidad manda consumir y la crisis económica prohíbe. Los montos de deuda externa vuelven a preocupar a los funcionarios de turno, pero son las generaciones futuras las que la pagarán. En general, las deudas en este país quitan el sueño a los acreedores y no a los deudores; los talentos y futbolistas destacados emigran y los revoltosos o delincuentes retornan, en donde se juega mejor el fútbol descalzo que el calzado.

Un país con tecnología de comunicación sofisticada, pero en el cual no se escucha a las mayorías; un país en el que circula mucho dinero pero no se tiene moneda propia; existen planillas con asalariados ocultos y saqueadores de fondos públicos que no reconocen que robaron para darse la gran vida, sino por amor a la patria, amor que se llevan a su casa; padecemos de mala memoria y la impunidad es hija de esta. No hay que recordar el pasado para olvidarse de sus maldiciones, hay que proteger el día de hoy puesto que se premia a los “vivos” y no a los sensatos y honestos; a los exitosos se les dice pilas, porque se pasan de listos; muchos funcionarios políticos no responden a sus electores, ni a los intereses colectivos, sino a sus partidos e intereses propios, y aunque usted no lo crea, los diputados, los peor calificados por diversas encuestas, no toman decisiones trascendentales y eso incide para que la patria no los felicite el día del padre. Vemos la astilla en el ojo del vecino y no vemos la viga en el nuestro; emitimos opinión sin investigar la verdadera causa en un dilema con muchos intereses ocultos. En un país que no se elige al fiscal general de la República, a la Corte Suprema de Justicia, ni al procurador general de la República y no se reduce: el desempleo, la violencia y las muertes por gripe; pero tenemos tiempo para estar pendientes de los males del vecino.

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