Escrito por Rodrigo Chávez. Lunes 13 de Julio de 2009. Publicado por El Diario de Hoy.
El Presidente Barack Obama continúa siendo popular en Europa y en América Latina, pero no en Estados Unidos. Las recientes encuestas demuestran que los niveles de aprobación del Presidente están descendiendo rápidamente.
El nivel de aprobación de Obama se ubicaba en un 65% cuando inició su presidencia en enero, y su nivel de desaprobación era de un 35%. Sin embargo, la última encuesta de la empresa Rasmussen Reports, que realiza encuestas semanales sobre los apoyos del Presidente, ubica el nivel de aprobación de Obama en solamente 52% versus un 46% de desaprobación. Estas son claramente muy malas noticias para el Presidente. El obtuvo un 52% de votos en las elecciones de noviembre de 2008, versus un 47% para el candidato republicano.
Es decir, que hasta ahora, Obama estaba perdiendo el apoyo de personas que no votaron por él. Sin embargo, las últimas cifras revelan que empieza a perder el apoyo de las personas que sí votaron por él, lo cual es un terreno bastante peligroso para cualquier político.
La estrategia para mantener a un gobierno popular y poder implementar todos sus programas es que los niveles de aprobación del Presidente se mantengan por encima de su votación original. Por ello, la administración Obama podría enfrentar una mayor dificultad en implementar su agenda durante los próximos meses. La creciente impopularidad de Obama está empezando a afecta a su propio partido.
En la última encuesta de Rasmussen Reports, los republicanos tiene una intención de voto de 41% versus un 38% para los demócratas, con respecto a las elecciones legislativas del próximo año. Esta es la primera vez que los republicanos se ubican por encima de los demócratas en intención de voto durante los últimos dos años.
La raíz de los problemas de la impopularidad del Presidente Obama se centra en la percepción en la opinión pública, que el déficit fiscal y la deuda pública van a aumentar agresivamente debido a sus programas de estímulo fiscal y en la política norteamericana, el aumento de déficit fiscales se relaciona con mayores tasas de interés y más inflación. A medida que el consenso entre economistas y líderes de opinión crezca sobre un aumento desmedido del déficit fiscal, la culpa empezaría a caer sobre las políticas de aumento de gasto del gobierno de Obama, lo cual tendría un costo político considerable.
En ese contexto, Obama tendrá que decidir si ordena a la Reserva Federal que imprima más dinero (es decir más inflación y mayor depreciación del dólar vía la monetización de la deuda) o aumenta impuestos (algo que frenaría la recuperación económica). Sin embargo, Obama se negará a realizar la única decisión que tendría sentido: mantener el gasto público bajo control.
En El Salvador, la administración Funes podría tomar nota de lo rápido que se puede esfumar la popularidad presidencial, en caso de que no se presenten resultados de mejoría económica en un plazo relativamente rápido. La segunda lección es que echarle la culpa al gobierno anterior tiene un rango de efectividad bastante corto.
Este sr es ridiculo. Por que le publican?
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