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2009/07/06

El primer intento de Zelaya y el primer muerto

El depuesto presidente hondureño sobrevoló el aeropuerto de Tegucigalpa la tarde de este domingo, pero el ejército le impidió aterrizar. Abajo, en las calles de la capital hondureña, miles de simpatizantes aguardaban su llegada y se terminaron marchando a casa con prisa y llorando al primer muerto.

Escrito por Carlos Dada. Desde Tegucigalpa, Honduras.06 de julio de 2009. Publicado por El Faro.

A las 4:30 de la tarde ya habían un muerto y una decena de heridos. Los más de 10 mil manifestantes que llegaron a recibir a Manuel Zelaya eran ya muchos menos y esos, los que se habían quedado, estaban cansados, golpeados y frustrados tras ocho horas de plantón frente al aeropuerto de Toncontín. Su presidente no había llegado, como no llegó el lunes, ni el jueves, ni el sábado, días cuando tampoco cumplió su promesa. Ni este domingo al mediodía. Ya ni siquiera agitaban banderas. Ya ni siquiera gritaban. Por los teléfonos celulares muchos seguían recibiendo mensajitos que daban cuenta de las transmisiones de Telesur y CNN, que aseguraban que Zelaya venía en camino. Pero ya pocos creían.

A las 5:25 p.m. apareció un punto en el horizonte, salió por detrás del edificio del aeropuerto y dio un largo giro a gran altura. Y los manifestantes volvieron a vivir. Gritaron y aplaudieron y cantaron el himno nacional, mientras veían aquel avión cruzar para enfilarse hacia la pista.

Al otro lado, ahí donde los manifestantes no alcanzaban a ver, un camión y dos vehículos militares bloqueaban la pista de aterrizaje, y en uno de los extremos más de un centenar de soldados desplegados a todo lo ancho. En el cielo, un helicóptero del ejército y un avión militar Tucano seguían al jet en el que venía el depuesto presidente hondureño, Manuel Zelaya, acompañado del presidente de la Asamblea General de la ONU, el canciller nicaragüense Miguel D´Escoto, y las esperanzas de aquellos que no se han resignado a que Honduras siga su curso con un nuevo gobierno.

En la torre de control recibieron la primera comunicación:

-Solicito permiso para aterrizar con el presidente de (incomprensible) Naciones Unidas

-Negativo. Solamente aeronaves de las Fuerzas Armadas. Esas son las instrucciones claras. Cualquier falta de comprensión de las instrucciones claras la aeronave será interceptada.

-Ascendiendo a 5,000 pies. ¿Qué significa interceptada? Explique, explique... explique, explique.

-(Silencio)

-Rumbo a Managua.

El avión dio la vuelta, descendió y voló por encima de los manifestantes, que seguían gritando vivas. Y luego se perdió en el horizonte. Fue lo mismo que tardaron ellos en pasar de la euforia a la incertidumbre y la expectativa, y finalmente la resignación cuando el avión no volvió.

Por teléfono, Zelaya se comunicó con Radio Globo e informó la situación: “El ejército nos ha dicho que solo aviones militares pueden sobrevolar y nos han negado el permiso. Es una injusticia, pero seguiremos en la lucha”.

Cuatro horas antes, en el Palacio Presidencial, las autoridades que han asumido el poder en este país anunciaron que no permitirían el aterrizaje de Zelaya, a pesar de que existe una orden de captura en su contra. El jefe del Ejecutivo, Roberto Micheletti, intentó explicar: “Hemos insistido en que no queremos conflictos internos. En su momento él tomará la decisión de venir al país a entregarse”. Luego reveló que solo habían recibido solicitud de ingresar al espacio aéreo de un avión militar ecuatoriano. Y que se la denegaron.

Pero no era el de Zelaya, porque él venía en un avión de la empresa venezolana Citgo. Enfiló rumbo a Managua y abajo sus simpatizantes aguantaron gritando vivas unos minutos más. Apenas unos minutos más. A las 6:15 p.m. comenzaron a abandonar los alrededores del aeropuerto. Les acababan de decir, por radio, que el toque de queda comenzaba hoy a las 6:30. Les restaban apenas 15 minutos para volver a sus hogares. Apresurados y frustrados, caminaron de regreso insultando a su paso a los soldados que seguían custodiando el perímetro, y que ya les habían disparado. Cerraban una jornada sin su presidente y con un muerto. Un joven muerto. Isis Obed Murillo, de 19 años.

La primera víctima del golpe

El aeropuerto de Toncontín estaba custodiado por cientos de policías antimotines y soldados fuertemente armados, pero nerviosos. A las 3:45 p.m. unos jóvenes con pañoletas en el rostro comenzaron a empujar una de las vallas exteriores hacia la pista. A su lado, familias enteras estaban congregadas. Lograron romper la valla, pero no entraron. Desde ahí comenzaron a gritar a los soldados. Eran apenas la primera fila de una multitud detrás de ellos, tan pegados unos a otros que parecían moverse al unísono en un vaivén.

Los soldados lanzaron gases lacrimógenos para dispersar. Los manifestantes con más energía respondieron con piedras mientras los demás -hombres, mujeres y niños- corrían para donde podían. Los soldados comenzaron a disparar. Primero al aire, luego al suelo. Hasta que algunos de ellos decidieron apuntar hacia el frente. Una bala le destrozó el cráneo a un joven. Varios más cayeron heridos.

“Los soldados comenzaron a disparar. Yo bajé la cámara pero seguí grabando. Un soldado bajó su arma y comenzó a disparar contra la gente”, cuenta Alejandro Lara, camarógrafo de Al Jazeera, quien grabó los hechos. Al revisar su material, contó 11 minutos de disparos por parte de los militares. “A tres metros de mí cayó un hombre herido en el estómago. Habrá tenido unos 30 años, era un campesino. Unos jóvenes me jalan del brazo y me dicen que hay un muerto. Es un niño tirado en el suelo. Comienzan a preguntar si alguien lo conoce, y su mamá se acerca y comienza a pegar unos gritos espantosos cuando lo reconoce”.

Al chico lo cargaron entre cuatro hombres. Uno de ellos le sostenía la cabeza, e intentaba evitar que la masa encefálica se saliera del cráneo. Lo subieron a un camión y lo llevaron a un hospital. Ya muerto.

Los periodistas españoles Francho Barón y Arturo Lezcano también captaron la escena. El hombre que le sostiene la cabeza al joven lo lleva hasta el camión en que es evacuado. Este hombre, de unos 40 años, se mira a sí mismo empapado en sangre, con la camisa, que era verde, ahora roja, aún con restos de masa encefálica. Jadea. Voltea hacia la cámara y habla desesperado, con un grito ahogado y agita los brazos, también empapados en sangre. “La gente venía hacia atrás ya retirándose porque estaban disparando. Un militar, un antipatriota, un gorila maldito se cuadró y le disparó al amigo. El hombre ya venía y le pegó a la cabeza el balazo. Aún va respirando. Dios quiera que viva pero este es un golpe más a la población para que sienta en carne propia que este ciudadano, que es hondureño, que ha muerto, tendrán que pagarlo con la sangre de toda Honduras. Es inconcebible que en pleno siglo XXI las fuerzas armadas a las que les paga el pueblo hondureño…” Se calla y se lleva las manos al rostro, pero no se lo toca, porque las lleva empapadas en sangre.

El periodista de Radio Globo -la misma estación que cerraron las nuevas autoridades el domingo del golpe y mantuvieron así durante algunos días- comenzó a informar sobre la muerte, pero todas las estaciones de radio y televisión fueron interrumpidas por un anuncio: “Se invita a todos los medios de radio y televisión a enlazarse a la cadena nacional. Este es el primer llamado”. Después del tercer llamado, con música intermedia de marimbas sonando en todas las emisoras, comenzó la cadena: la repetición de la conferencia de prensa brindada horas antes por Micheletti y su equipo de relaciones exteriores. Cuando el reprisse terminó, comenzó otro, que ha estado interrumpiendo las transmisiones varias veces al día desde el sábado por la mañana: el comunicado del cardenal Óscar Rodríguez Maradiaga en el que advertía a Zelaya que si venía podría provocar un baño de sangre. Los hondureños que no estaban en los alrededores del aeropuerto no lo supieron hasta varias horas más tarde: la sangre ya había comenzado a derramarse. Y Zelaya, el presidente derrocado, rondaba los cielos de Tegucigalpa sin poder suficiente para poner, de momento, un pie en su país.

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