Hay un punto que nunca hay que perder de vista: todo abuso o distorsión de los mecanismos democráticos tiende cada vez más a generar efectos traumáticos, como se ha visto en el caso de Honduras.
Escrito por Editorial . Martes 14 de julio de 2009. Publicado por La Prensa Grafica.
Es evidente que la alternancia política que vivimos en el país desde el pasado 15 de marzo se ha venido desarrollando con una normalidad que para muchos parecía imposible, dado el nivel de alarma retórica que se generó durante la larguísima campaña electoral. Tal normalidad, que es una señal muy elocuente de la consistencia en el avance de nuestro proceso de democratización, debe servir de estímulo real para sentar las bases de la estabilidad permanente del país en todos los órdenes, desde lo político hasta lo social, pasando desde luego por lo económico.
La armoniosa cohesión institucional es en estos momentos más decisiva que nunca. Es decir, la interacción positiva de todos los Órganos del Estado y, en consecuencia, de todas las dependencias públicas. Cohesión, desde luego, dentro de sus respectivas atribuciones, que deben ser respetadas escrupulosamente. En esa línea, hay que superar ya las dificultades para normalizar las estructuras superiores en la Corte Suprema, en la Fiscalía General y en la Procuraduría General.
La conducción política es clave para mantener la cohesión que señalamos. Tenemos confianza en que habrá suficiente inteligencia y prudencia por parte de todos para que el país siga funcionando de manera normal, en medio de tantas dificultades derivadas, en gran medida, de la crisis que nos azota. Nuestro proceso nacional tiene la coherencia necesaria para mantenerse en pie con creciente solidez. Y esto es lo que hay que cuidar con políticas atinadas, aperturas participativas serias y una sustantiva dosis de realismo. Extendiendo una frase del Presidente Funes: aquí nadie tiene derecho a equivocarse.
Insistimos en los entendimientos
Una de las tareas más difíciles en cualquier democracia emergente, como la nuestra, consiste en que las fuerzas representativas de toda índole y origen se pongan de acuerdo en las líneas básicas del avance hacia el futuro. Eso, que en términos sencillos podría caracterizarse como la estructuración consensuada de un plan nacional de desarrollo integral, es indispensable sobre todo cuando el proceso ha entrado en la fase de la alternancia. Debemos tener presente todos que en la democracia las diferencias, aun las que parecen más profundas, tienen que acabar siendo matices, para que el proceso preserve su estabilidad fundamental. Es lo que vemos en todas las democracias maduras.
Hay un punto que nunca hay que perder de vista: todo abuso o distorsión de los mecanismos democráticos tiende cada vez más a generar efectos traumáticos, como se ha visto en el caso de Honduras. Respetar normas y mecanismos democráticos es absolutamente esencial para asegurar la estabilidad pacífica; y para eso se requiere que las actitudes de todos los actores políticos, económicos y sociales sean desde su base inequívocamente democráticas.
Hasta el momento, en El Salvador vamos por la buena ruta, y confiamos en que continuaremos disciplinadamente por ella. Esta es responsabilidad de todos, y ahí hay una especie de acuerdo implícito al que habría que darle cada vez mayor sustento en los hechos reales. Si eso se logra, el éxito de esta fase quedaría bien cimentado.
No veo la necesidad de irse tan lejos para concluir que la alternancia en nuestro pais no es merito de un deseado proceso de maduracion de la derecha. El hecho de que sorprendalo pacifico del traspaso de la presidencia habla por si de cuales son las expectativas de nuestra siempre sangrienta derecha. Es el movimiento revolucionario que se alzo en armas y en protestas durante los 70 y 80s al que debe darsele ese merito por muy radical que suene. El merito no esta en haber tomado las armas. Esa fue una respuesta al metodo derechista de enfrentar el problema en aquel entonces. La derecha politica salvadoreña sigue siendo pataleando en el mismo charco ideologico en el que se encontraba en aquel entonces.No ha madurado mucho. En sus entrañas hay personeros nostalgicos por aquellos años de masacres a jovenes, campesinos y estudiantes masacrados por los cuerpos de seguridad por protestar. Siguen argumentando la maldad de esas gentes y no son capaces de asimilar las razones por las que estas personas se sometian a tanto riesgo( suficiente evidencia hay acerca de la represion extrema en esas decadas). Prueba de todo esto es la posicion del mas representativo partido politico de derecha, arena, ante la actual situacion en Honduras. Apoyan a ciegas el golpe y todo lo que ha implicado( asesinatos, mordaza a los medios de comunicacion, acciones inconstitucionales
ResponderEliminaretc etc). Es obvio que para la derecha salvaodoreña la democracia queda en segundo o tercer plano cuando ellos por pura esquizofrenia perciben sus intereses amenazados.
En conclusion: la alternancia en nuestro pais ha sido posible por la heroica rebeldia que la izquierda salvadoreña desarrollo en la guerra civil. De no haberse levantado el pueblo en armas, en nuestro pais todavia reinaria el terror de los tarados chafarotes, las masacres de manifestantes, las desapariciones y asesinatos por militares.
Es la resistencia del pueblo al terror de estado que la derecha impuso y la falta de respeto al ejercito de los ricos lo que nos permite vivir la recien pasada transicion de poder. Ese es un legado, como ya les decia en otro comentario, que las nuevas y futuras generaciones deben administrar, deben estudiar y saber interpretar en el futuro. Hablo de las generaciones salvadoreñas, ricos y pobres, derechistas e izquierdos. Eso no se debe olvidar para que no se vuelva a repetir. La tarea mas dificil la tiene la derecha pues es el alumno mas burro, el mas lelo, al que le cuesta aprender. No se les olvide.